Manual de instrucciones
Tras el razonamiento expuesto en los anteriores artículos, podemos concluir que el símil más obvio es que el ADN son las instrucciones que la célula utiliza para poder funcionar. El conjunto de ADN de todo un organismo, a lo que denominamos genoma, sería entonces un gigantesco manual de instrucciones.

El problema con este símil es que puede llevar a pensar que en el ADN viene un plano detallado de las estructuras celulares, con las piezas que se necesitan y cómo deben anclarse. Pero, según lo que hemos detallado anteriormente es obvio que el ADN consiste en una lista de aminoácidos que sólo pueden encajar de un modo. De manera que podemos afirmar que, en función de la información contenida en el ADN, la célula dispondrá de una serie concreta y específica de proteínas para construirse a sí misma.
Una célula es lo que es por las proteínas que contiene y vivirá, crecerá, se reproducirá o morirá en función de las que disponga en cada momento.
De esta forma es más sencillo entender la relación entre el ADN y el funcionamientos de las células y, por tanto, entre el ADN y el funcionamiento del organismo. Salta a la vista que no debe de ser fácil organizar toda una célula a partir de una larguísima lista de herramientas. Es aquí donde la genética, ciencia que estudia el ADN y su codificación de la información, entran en juego.